martes, 11 de septiembre de 2007

MuNaT


Cruzando el escaparate, aparece ella.

Sostiene en su mano una pequeña vida en su andar por el mundo.

Mira hacia atrás y sonríe.

¿Qué haces tú en medio del ártico?


Munat es diosa del desierto en medio de la urbe.

Guiño los ojos para fijarme bien, y es que alrededor de su semblanza distingo un aura. Miro mejor y descubro que más que eso es una ventana. Alrededor de su cuerpo de junco, el aire no pertenece a este mundo sino a otro, y por eso detrás de Munat no veo el autobús ni la farola, sino una estepa amarilla y un camino de tierra, una casa de barro y un tapiz.

Munat desaparece al final de la cristalera, y con ella el sereno fuego y la tenue luz.

¿Qué te ha traído hasta aquí, Munat? ¿Qué te ha hecho huir de tu desierto?

HiStOrIaS iNtErMiNaBlEs


Sentada en un bar español y masticando un bocadillo de lomo y queso, disfrutando en este instante el hecho de no tener a nadie que me incomode, nadie ante quien procurar bocados prudentes.

Pero, ¿estoy realmente sola?

Ahora mismo, ante los ojos de los demás sí, lo estoy. Si alguien cruza la calle mediada por un cristal y mira en mi dirección dirá, vaya, qué hace esa chica comiendo sola. La soledad en ese caso es un adjetivo circunstancial, del que depende tan sólo la densidad de población de un restringido espacio a mi alrededor. La soledad es entonces característica, hecho, como el color negro de mi pelo o el lomo del bocata.

Pero la cuestión es, ¿me siento sola?

Eso es lo que realmente importa, ¿no?, el sentimiento.

Hace tan sólo unas horas, dos figuras templadas desaparecían tras de mí, poniendo punto y el cartel de "Continuará...?" a una historia de las de verdad, no las que te cuentan de pequeño con un principio genérico y un final concluyente, no, sino con las que te encuentras en la vida, con un principio violento que interrumpe la rutina, y un final condenado a la maldita eternidad, a la historia interminable.

Y no sólo pienso en esas figuras, sino en todo lo que representan, en todas las figuras que dejé atrás un poquito antes en el tiempo.

También pienso en el resto de historias interminables de mi vida. En el resto de figuras que me esperan delante.

Sola o no, lo que importa es saber que aquí, con este bocata y la cocacola y la estación, me sostengo en una coma, más que literaria musical, porque significan una respiración, una pausa para llenar bien hondo los pulmones y luego vaciarlos. La historia sigue, hasta el final, interminable.




martes, 4 de septiembre de 2007

EfÍmErO


...el vértigo del vacío en un salto...
...la excitante emoción de algo nuevo...
...la flor perfecta...
...la felicidad...

...la vida...

Adiós.