domingo, 14 de diciembre de 2008

MaNcHaS


La charca reflejaba los tímidos primeros reflejos del día. Había dejado de helar, pero el rocío vestía la estilizada figura de los juncos. Los marrones y verdes luchaban por fundirse sobre la tierra cálida y fértil, preparada para la primavera incipiente.

El patito caminaba sobre la orilla sacudiéndose de la cabeza pequeñas gotas. Se detuvo y agitó las patas, primero la derecha y luego la izquierda, torpón, intentando librarlas del barro que las ensuciaba, negruzcas. Estiró el cuello hacia arriba e inclinó el pico hacia abajo, intentado adivinar su propio aspecto. Quedaban marcas de barro y hierba sobre las patas y por todo su pecho, pero no podía hacer nada. El camino desde la charca estaba aún demasiado húmedo, y aunque hubiera vuelto para lavarse hubiera llegado igual. Se conformó e hinchó el pecho, altivo, para darse coraje antes de llamar.


Su amplio pico desplegaba una amplísima sonrisa cuando la hurón le recibió. Tan ancha era aquélla, como minúsculo el espacio entre arrugas del entrecejo de la hurón. ¡Menudo patito, lleno de salpicaduras oscuras como el tizón!


Enojada, orgullosa y arrogante, la hurón dio media vuelta bruscamente, rozando el pico del patito con su hermosa y brillante cola, creando con el movimiento una pequeña brisa que escoció los ojos del pato
.

El patito no esperó a ver marchar a la hurón. Giró sobre sí mismo, despacio, sin prisa. Bajó la cabeza y arrastró el barro con sus palmípedos pies. No entendía porqué era tan malo. Todas esas manchas eran las que le habían llevado hasta allí.


jueves, 11 de diciembre de 2008

PoLvO


Me gustaría poder escribir todo lo que haces por dentro.

Pero las palabras se oxidan al contacto del aire y pierden su esencia. Y ensucio tu nombre al pronunciarlo. Y me quedo a medio camino, ni delante ni detrás, pendida de uno de tus hilos. Pendida de uno de mis hilos de marioneta.

De pie en el mundo real, tu figura levita sobre el viento acá en nuestro mundo, alto, muy alto. Apenas rozo tus talones, pero tu sonrisa ciega al sol e ilumina todas las cosas. Y no hay ya más rincones oscuros.

Y tu figura jamás será descrita. Y tus formas nunca adivinadas. Y tus actos serán anónimos. Y el eco de tus palabras se perderá en el vacío. Y tú, ése que quiero creer que existe, serás la sombra del polvo, debajo de las suelas de mis zapatos.

Ojala existieras. Más de lo que existes.


lunes, 1 de diciembre de 2008

SeCuNdArIoS



Un día, Morgan Freeman tomará el poder.





¡¡¡Viva Morgan Freeman!!!




(¡viva!)

lunes, 27 de octubre de 2008

PuEs EsO


Existen, y nos dan miedo verlos.

Pequeños retazos de realidad de la buena, pero felices, hermosos, completos.

Qué miedo.

Más que los reflejos misteriosos de cientos de espejos.

Más que las sombras más tenebrosas de todos los callejones peligrosos.

Simplemente la felicidad.

De cara y entera, sólo para nosotros.

Porque detrás de la felicidad, ¿qué existe?

Nuestra mente suicida dice que sólo algo peor. Aunque sea sólo tristeza.

Y entonces tenemos esa belleza, ese tesoro, entre nuestros dedos. Y nosotros, como gilipollas, sólo pensando en el después.

O peor.

En medio de la pequeña calma que da la sonrisa sincera, y agobiados por lo que pasará.

Y qué más da.

Yo, intento parar mi reloj.

Y me doy cuenta que no llevo ninguno.

Ironías.


Sólo un pequeño susurro más. Un gracias.


Sólo eso.


jueves, 9 de octubre de 2008

MoScA vS. vEnTaNa


- Zzzzzzzzzzzzzzz… ¡paf! Zzzzzzzzzzzz… ¡paf!

Insistente, la mosca chocaba contra el cristal de la ventana una y otra vez.

- Zzzzzzzzzzzzzzz… ¡paf! Zzzzzzzzzzzzzzzzz… ¡paf!

Su vuelo, veloz y poco armonioso, formaba sutiles eses en el aire, a lo largo de las motas de polvo que, iluminadas por los rayos del sol, parecían meteoritos a los que sortear, pequeñas y grises nubes alrededor de las traslúcidas alas. A la derecha, hacia arriba, abajo a la izquierda, cogía carrerilla y... ¡paf!, contra el cristal. Aturdida, sorprendida, desconfiada, miraba a través del cristal sin verlo, volaba alrededor, y con fiereza ¡paf!, otra vez contra el cristal.

El Mundo sentía pena de esa pobre mosca, de su ignorancia, de su soledad. Aislada a una lado de la ventana, obcecada en una salida que no existe, sin poder mirar más alrededor que a esta rígida y sólida frontera entre el ying y el yang, entre el paraíso y el infierno, la frontera del nirvana. La Libertad, oh sí, la Libertad, a todo el Mundo le gustaba hablar de la Libertad.

La mosca, esa mosca que una y otra vez chocaba contra el cristal, esa mosca sin memoria, reiterativa, que se autolesiona y autoengaña, esa mosca ignorante... vaya si sabía cosas. Al menos dos.

Una, que los que estaban al otro lado de la ventana no eran más libres que ella.

Y la otra, que la Cuántica existe, y que si se chocaba un número suficiente de veces contra el cristal, alguna vez conseguiría atravesarlo.

martes, 7 de octubre de 2008

jueves, 18 de septiembre de 2008

BuClEs


A ti.

Romperte por dentro.
Desgarrarte las ganas.
Volverte ciego, mudo, inmóvil.
Meterte en la caja mágica.

Ser yo y no tú.

No es tanto pedir.


miércoles, 27 de agosto de 2008

AnDéN


Observando e intentando a duras penas construir subgrupos en grupos locales de espacios euclídeos, tan grandes como quiera n escaparse del cero, pienso cuál fácil es también crear submundos aquí, en este universo paralelo al que llamamos realidad, tan complejos y hermosos como ese otro mundo llamado Tierra que sólo reconoce el diccionario.

Unos pocos grados de coordenadas al suroeste de la plaza mayor, existe uno de esos mundos, de apenas 50 habitantes y muchísimo turista despistado.

Como cualquier mundo, es bello y armonioso, lleno de detalles y matices y rincones envueltos de recuerdos, de historias desparejas, y siempre de protagonistas distintos. En este mundo, joven e inquieto, todo el mundo está de paso, pero nadie sabe hacia donde. En sus altos techos, que como el mismo cielo dejan pasar la luz, se acumulan suspiros y miedos revueltos entre futuros inciertos. Por eso todo dura tanto y tan poco en Zacut. Las amistades florecen entre hojas, de papel como de árboles, entre extraterrestres extranjeros. Una tierra de nadie compuesta por arena de todos: los pensadores e intelectuales, los bohemios y soñadores, los artistas y escritores, los científicos locos, los disciplinados, los revolucionarios, los buscadores de problemas y/o tesoros... Una melangé de rasgos sutiles, los arrugas en los rabillos de los ojos, los pellejos remordidos, los cordones desatados y ese roto en el pantalón.

Paseo otra vez por mi mundo (uno de tantos) y observo. Encuentro allí donde los busco las plantas de los ambientólogos y biólogos, los rotuladores de futuros abogados, las calculadoras de los ingenieros, ésa nuestra biblia, el Schawm, de una extraña religión. También están las botellas de agua, medio llenas y medio vacías, los bolis gastados, los labios mordidos, los pies nerviosos, las cabezas que buscan un infinito cualquiera y las nucas agachadas y dispuestas, esas nucas que siempre, siempre quiero revolver con mis dedos. Camino entre anónima y pública, dejando que el sonido de mis pasos marque mi camino hacia ese futuro desconocido, desde este andén en el que sé que sólo estoy de paso.

miércoles, 25 de junio de 2008

CaMiNoS iNfInItOs

Miro el muro de piedra gris y blanca. Sé lo que hay detrás, lo conozco. Pero yo sólo veo un muro de piedra gris y blanca.

Recorrió con la mirada
las esquinas del papel
y una puerta dibujada
se abriría para él.

Cada una de las esquinas hace sonar el toque metálico de un triángulo. Al cuarto toque no hay muro, ni gris ni blanco. Tampoco está lo que sé que hay detrás.

Detrás del muro existen mil Destinos brillantes y relucientes, de distintas formas y tamaños. Los hay dorados con piedras preciosas incrustadas, los hay ligeros como plumas, los hay arrugados y apartados. También los hay con grandes lazos, y con formas abstractas e imposibles.

Comienzo a andar entre ellos. Se inclinan hacia mí atraídos por mi energía, mi propio potencial gravitatorio. Yo creo que me hacen reverencias.

Cuando termino de cruzarlos todo es blanco e intenso. No queda nada, pero sigo caminando.

Al final del camino, que nunca se acaba, lo encuentro. Yo.


martes, 17 de junio de 2008

QuÉ tE dIgO

¿Qué te digo, que te quiero? Que todos y cada uno de mis suspiros se evaporan en el aire buscando tu aliento. Que mis labios tocan el vacío desde el momento en el que te vieron y no te probaron. Que mi piel se ausenta y deja entrar el frío en mis entrañas porque no te atreves a tocarla.

¿Qué te digo, que te odio? Que maldigo tu sonrisa y tus gestos. Que te imagino lejos escondido para que jamás nos hubiéramos encontrado. Que pienso en golpearte y hacerte daño, en destruirte un poquito, en hacerte partícipe de mi dolor.

¿Qué te digo, que te extraño? Que no hay rincones en los que no te haya buscado. Que me abrazo a tu sombra cada noche. Que jamás ningún otro supo borrar tus ojos de mis ojos.

¿Qué te digo, que
te quiero?

¿Qué te digo? Dime, ¿qué demonios te digo yo ahora?

domingo, 13 de abril de 2008

JuVeNtUd

Yo no vivo en un Reloj Sin Agujas. En realidad vivo en una búsqueda. En verdad el Reloj Sin Agujas es mi deseo, mi éxtasis, mi nirvana, mi final. No lo poseo sino que lo persigo, en la vida y en los momentos, en los rostros de las personas. Y mis encuentros con él son momentáneos y destelleantes, imprevisibles, mágicos. La luz se vuelve dorada, levemente irisada. Los sentidos se entremezclan y se difuminan, el corazón deja de latirme y se derrite en mi pecho cayendo por el estómago caliente y espeso. Es una sensación única.

Y es tan sólo en esos momentos en los que siento que vivo.

Anoche uno de ellos vino a mí. Llegó rodeado de extraños y de viejos amigos, en una escalera desahuciada. Todo vibró por un segundo, pero levemente, apenas perceptible, 0,001 en la escala Richter. Pero lo suficiente para crear la luz dorada, para entrecerrar mis ojos y para derretir mi corazón. Hacía tanto que no sentía uno de ellos que la razón se desvanecía. Sin embargo ayer resucité, porque viví de nuevo y dejé de vagar en la penumbra gris, porque volvió el color a mis mejillas, porque encontré la Fuerza, saboreé la Verdad y detuve el Reloj. Una pequeña eternidad sólo para mí.

Toca cambiar, toca empujar de nuevo la rueda para controlar mi vida. Toca aferrarse a la esperanza de que ese próximo momento no tardará en llegar, al menos no lo suficiente para perder el norte de nuevo. Toca crear vida a pesar de no estar viviendo. Toca dejar de buscar, toca provocar, la llegada del encuentro eterno con mi Reloj Sin Agujas.



jueves, 10 de abril de 2008

DaZeD aNd CoNfUsEd

Aturdido y confuso sintió la presión de la piel del volante sobre las manos. En la radio una guitarra y una voz de más de cuarenta años se sentían exactamente como él, y aunque el semáforo hacía ya tiempo se había puesto en verde, la calle se había paralizado tras la tragedia.

Jaime parpadeó dos veces, tragó saliva y se deshizo el nudo de la corbata. Sonidos psicodélicos atravesaban su mente, pero ya no estaba seguro si provenían de la radio o de los dos cuerpos del suelo. Varias cadencias de guitarras le arañaron el tímpano mientras el rítmico bombo le empujaba a salir. Abrió la puerta del coche y tropezó sobre el asfalto.

Miró en derredor cómo el cemento de los edificios enfriaba el ambiente. El leve sonido de las guitarras le arañaba otra vez desde el coche. Demás horda de curiosos comenzó a salir también de sus vehículos, acercándose hacia delante del coche de Jaime. Al fin se atrevió a mirar abajo. Primero a la chica, cuyo pelo se había teñido de rojo; luego al hombre, que ocultaba su cara en una maraña de extremidades. Se agachó sobre la muchacha e intentó sostener su cabeza, pero su cuerpo pertenecía ya al barro y a la Tierra y sobre ella se dejó caer. Muerta pero aún templada, frágil aunque inmortal. Jaime acarició sus párpados y cerró sus ojos.

El hombre aún apretaba con fuerza el puñal como si aún tuviera de qué defenderse. Jaime extendió su cuerpo sobre la carretera buscando vestigios de vida, mas el cuerpo también perecía, con la marca de su propio cuchillo vuelto contra sí en el abdomen.

Jaime miró con atención el filo del cuchillo. Intentó distinguir las dos vidas que de él goteaban, la de ella y la de él, ambos asesinos y víctimas. Luego se miró las manos, donde dos tipos de sangre se confundían. Sintió sobre su piel la violencia del ataque, el pavor de las víctimas, el odio y el instinto de supervivencia, y Jaime ya no sabía si tenía los ojos abiertos o cerrados.

Ambas sangres mezcladas, ambas sangres verdugo, ambas sangres mártir. Dos vidas acabadas. Dos muertes entremezcladas en sus manos. Dos repulsas llevabas al extremo. Dos historias de las cuáles sólo conocía el final del que acababa de ser testigo.

Un hombre de chaleco rojo le obligó a erguirse y alejarse de los cuerpos. El mundo que se había paralizado delante de él había cobrado vida de repente, y volvió a escuchar las guitarras de su coche, que se jactaban de él, tan aturdido y tan confuso.

domingo, 9 de marzo de 2008

MiRaDaS

Tú y yo estamos hechos de miradas.
Miradas fugaces y diáfanas, miradas limpias.
Miradas apenas perceptibles entre multitudes escandalosas.
Miradas lentas y pausadas, miradas de algodón de azúcar.

Tus ojos y los míos se enfrentan en batalla campal.
Las pestañas son escudos que protegen mi corazón de ti.
Pero para que un escudo proteja ha de entregarse a la espada,
y así te entrego mi mirada, directa y clara,
como un haz de luz ligeramente curvado que adivina una estrella detrás de otra.

Mis ojos ya no ven y sólo buscan tu mirada perdida y tranquila,
tus ojos grandes me han cegado por completo
y maldigo cada noche esos párpados que los esconden de mí.
Divertido juego el de la oscuridad, traviesos reflejos en tu iris.

Tú y yo estamos hechos de miradas,
asistencias remotas que disparan mis latidos,
tímidos atisbos de una proximidad que no existe.
Mírame con tus ojos de niño,
deja que te mire con los míos.


miércoles, 27 de febrero de 2008

SeRpIeNtE

Cerró los ojos y con los hombros pesados y flojos dejó resbalar los pantalones por sus piernas. Agarró la camiseta por el dobladillo inferior, y tiró hacia arriba hasta que pasó por su cabeza, desbaratando el recogido. Rizos anárquicos y sucios ocuparon en tropel nuca y espalda, acariciando con suavidad la piel e impregnándose de su grasa. Mechones más cortos y rectos ocultaron una mirada vacía y panda que, cansada de buscar el infinito, se conformaba con el cero absoluto.

Elevó la rodilla hasta que su pie superó el pulcro borde de la bañera. El blanco mármol reflejaba parcialmente la luz blanca de los halógenos del techo. Sin embargo, un aire sucio dominaba el ambiente. La yema de su pulgar rozó la superficie del agua tibia, y dejó que tras él se sumergiera todo el cuerpo.

Sentada en la bañera y con la cabeza gacha, observó en silencio sus pechos, su abdomen, su sexo, sus rodillas. Su piel lechosa brillaba impregnada de una aceitosa sustancia que la cubría cual larga capa. Apretó la esponja en su mano, dejó caer el gelatinoso y verde jabón sobre ella, y lenta pero fuertemente, frotó poro a poro cada trozo de su piel. Empezó desde su mano izquierda, el brazo, el hombro, el busto, las piernas y los pies. Frotaba y frotaba con fuerza y tesón, apretando los dientes, irritando la piel, tratando de desprender aquello que la rodeaba, que la cubría, que la asfixiaba, esa grasa pestilente pegada a su piel.

Soltó la esponja y se miró. Su respiración profunda y nerviosa la ahogaba. Su pecho subía y bajaba, rojo como el resto de su piel. Trirreinato de tres colores: blanco, rojo y gris. Pero la pringosa lámina seguía cubriéndola por completo. Entonces miró en derredor y encontró, apoyada sobre el borde de la bañera, una sucia cuchilla de afeitar. La tomó con cuidado y la acercó para así, observando su simple mecanismo. Consiguió manipularla hasta que el esqueleto de plástico azul cayó al lado suyo en la bañera. La metálica cuchilla vieja y con primeros repiques de óxido apenas devolvía ya brillo, y sin embargo iluminó su alma por un instante. Encogió sus piernas y sujetó con su mano izquierda el pie contrario. El flequillo ocultaba sus ojos, pero la dejaba ver. Ver como su mano derecha, traicionada por un mal pulso, acercaba cruzada la hojilla hasta el dedo gordo. Con miedo y fuerza, realizó un corte recto paralelo al borde superior de la uña. No pudo evitar morderse la lengua cuando, entre punzadas de dolor, la primera gota de sangre brotó. Apoyó la hojilla de nuevo en el borde de la bañera, y con ambas manos sujetó con firmeza cada uno de los pliegues que surgían de la nueva herida. Fue la tercera lágrima la que le animó a tirar, tirar con fuerza de cada trozo.

Lentamente y envuelta en su propio grito de horror separó piel de carne, despellejó desde el primer dedo el resto del pie, subió por el tobillo y llegó a la rodilla. El agua se tiñó de rojo, su carne fresca y viva sentía el aire del derredor, el agua la quemaba. Sin apenas controlar sus movimientos por los sollozos y los temblores, realizó un corte similar en el pie izquierdo, y desgarró esta vez de un tirón hasta su ingle y su sexo. Cuando consiguió unir ambas pieles, siguió tirando hasta las nalgas, el vientre y el pecho, para cruzar sus brazos por delante y seguir tirando hasta que la piel se le desprendió de las axilas, de los codos, de las puntas de los dedos. Una vez sus manos fueron liberadas, agarró como pudo los restos de piel y tiró, por última vez, rápidamente hacia arriba. El cuello, la cara y el cuero cabelludo se desprendieron de sus músculos, y todo lo que había sido su piel formó una realidad aparte, mezclada con sangre y formando una masa al lado, en los azulejos del suelo.

Su cuerpo rojo ardiente inspiraba y expiraba con músculos contrayéndose a lo largo de su ser. Sus ojos ya sin párpados apenas podían creer lo que veían. Su boca sin labios dibujó como pudo una sonrisa.

Por fin había conseguido desprenderse de aquella horrible sensación de fracaso.


miércoles, 23 de enero de 2008

DrOgA


- Un chute más...

María le contemplaba mordiéndose el labio y con los ojos pidiendo condescendencia. Su pie repiqueteaba el suelo sin ritmo ni concierto, intentando distraer la mente del mono.

El mono, María lo temía más que a la muerte, más que a la penuria, más que a cualquier castigo o peligro. El mono la obligaba a verse en el espejo con ojos monstruosos y un color cetrino en la piel. Y cuando el mono llegaba, no podía pensar en otra cosa que en eliminarlo, en echarlo, en hacerlo desaparecer, su corazón se aceleraba y su alma escapaba a otra esfera. Se convertía en una ánima de su droga, recorriendo el monte en busca de algo que al consuele. Como el conde buscando el lazo rojo, no vivía sino buscaba, buscaba el éxtasis.

¿Cómo explicarlo? Sabía lo que había perdido por ella, se daba cuenta de las cosas a las que se había visto obligada a dar la espalda. Pero no podía evitar sonreir cuando la dosis aparecía enfrente de ella. Porque sabía que iba a volver a encontrarse, que iba a volver a controlar el mundo, a sentirse ella misma, a encontrar su sitio.

Dolía y dolía pero esa momentánea ausencia de dolor era tan hermosa. Si hubiera tenido una hija la hubiera llamado como ella. Porque la liberaba de la mierda de mundo y la llevaba a otro más bello.

La Física es un mundo oscuro y tenebroso, pero a ella le llevaba a lo más alto.


lunes, 21 de enero de 2008

OuT oF rEaCh

Es extraña la ausencia que provoca lo ajeno, lo que está tan lejos rozando el infinito. La burbuja de metálicos reflejos estalló en millones de moléculas y se evaporizó ante mis ojos. ¡Estúpida! Jamás debí pincharla con el dedo...



La pequeña niña era demasiado pequeña para alcanzar cualquier cosa excepto las cosas pequeñas. No podía subirse a ningún taburete ni sentarse en ninguna mesa. No podía ir sola a comprar y pasaba verdaderos apuros en las calles abarrotadas. Cada vez que su menudo cuerpo obstaculizaba a sus deseos hinchaba los carrillos y refunfuñaba sobre su estatura con la mirada baja y la voz enrabietada, cruzando sus cortos brazos sobre el pecho.

Jamás se acostumbraría a ello, pero era diminuta, minúscula, enana. A medida que pasaban los años crecía su enanez, encogiéndose y empequeñeciendo. Cada vez alcanzaba menos a las baldas de su armario, era muy difícil encontrar ropa de su talla, cocinar, poner un CD o usar el baño se hacían tareas más y más complicadas. Llegó a un extremo en el que había que prestar atención de no pisarla o hacerla daño. Y la pobre niña no dejaba de cruzar los brazos en su pecho y quejarse, ¡si sólo fuera un poco más grande!

¡Tonta...! No vió que para ella se reservaban las cosas más especiales...


martes, 15 de enero de 2008

ApOcAlYpTiCa - EpiLOgUe

Toda una vida intentando descubrirme...

Segundo a segundo, instante tras instante, escondido tras una leve cortina escudriñas hasta el más ínfimo movimiento que genero. Toda una vida conectando uno a uno los detalles.

No se unen, ¿no lo ves? No pertenecen a un sólo puzzle. Son mezcla de gritos y suspiros, de violencia, de descontrol, de carcajadas inconexas... No llevan a nada ni marcan ningún camino, sencillamente aparecen y se van sin dejar apenas marcas.

¿De verdad no lo entiendes? ¡Estoy loca! Estoy loca...

Ahora sí, ¿ves? Ahora empiezas a comprender. El magnetismo que brota de tu pecho, la gente alrededor, las noches sin luna y los voraces folios en blanco. Los hombres grises existen, y ya no son tan fáciles de reconocer, ya no sólo llevan maletines y cigarrillos. Hay que huir de ellos, no puedes dejar que te atrapen, no hoy, nunca en este momento, me pertenecen cada uno de mis ahoras.

Estoy loca, siempre lo he estado. ¡Todos lo estamos! Pero yo lo supe desde el principio, ya no me sorprendo, no lucho por disimular. Estoy loca y ya está.

Estoy loca ó estoy loca por ti, lo mismo da.

Sí, me vuelves loca, loca de remate.

Quizás entonces fueras tú el loco... Quién sabe.


viernes, 4 de enero de 2008

BuZóN dE vOz

Mierda, nunca me ha gustado hablar por estos cacharros... ¿Quién pone hoy en día el buzón de voz? En fin, bueno, te llamaba para charlar. Bueno, tengo algo que contarte. Mira, casi que te lo dejo grabado y luego me llamas y me dices que opinas, y charlamos y eso, que estoy un poco rayado... A ver si ahora te vas a rayar tú, no es nada importante así trascendente, o a lo mejor sí, yo qué sé, no sé, ya no se nada, ha sido todo muy rápido. Bueno el caso es que me he casado. Así, de la noche a la mañana, ya sé, y mira que antesdeayer te decía que no había ni una que mereciera dos vistazos, pero yo que sé, han pasado muchas cosas estas 48 horas... Si quieres luego me llamas y te cuento, aunque tampoco hay mucho que contar, fue tal cual así, cuando nos despedimos del portal el otro día la conocí, me metí en el autobús que no era, después del ciego que nos habíamos cogido, y cuando me quise dar cuenta estaba en la otra punta de la ciudad, así que me bajé y busqué otra parada o algo, total que tenía que esperar como 15 minutos y qué quieres que te diga, con el frío que hace yo paso de estar en la calle un rato, así que pa'l bar de enfrente fui a tomar algo caliente a ver si de paso se me pasaba el pedo que casi poto en el bus. Y no sé, resulta que me lié a hablar con uno por ahí de estos acabaos que encuentras a cualquier hora, tío majete, y nos dieron las mil, y le vino a buscar un bombón que se llama Ágatha, con hache intercalada que según ella queda mejor, que es que es alemana, y ná el colega se había agarrado una que iba peor que yo, así que entre Ágatha y yo a llevarle a casa y ya nos liamos allí a hablar, que si la vida esto que si la vida aquéllo, que nos dieron las mil ya y pico, y yo que me engancho de la tía pero claro, Ágatha así con la hache ésa en medio y con novio borracho de barra de bar pues como que no da buena espina, pero la veo así como muy bonita y hablando de todo tío como si fuera una grabadora, no qué bobada una grabadora no, como si fuera un reflejo de mi cabeza o algo, ¿ves? me rayo, bueno de puta madre toda la noche o la mañana o lo que fuera y de repente que llaman fuerte a la puerta, en plan como si la fueran a tirar, ¡y que es la poli, tío! Y Ágatha con cara susto que me calle y que corra, y vamos por ahí por el balcón a colarnos a casa del vecino que el pobre estaría durmiendo tan tranquilo y salimos por el otro lado de la escalera y a todo correr, y la tía se me engancha de la mano y que no me suelta, creo que no he corrido más en mi vida, hay que dejar de fumar, macho, encima después de toda la noche de empalmada, y ya cuando la chica cree que todo bien pues nos metemos en un burguer a meternos un Mac-desayuno o algo de eso y me explica que el pavo de antes, el del bar, que está metido en movidas feas, que esa visita ya se la olían de hace tiempo, y que ella ahí medio alemana pero más bien moldava y papeles nanai, así que como para quedarse a mirar. Yo que ya me olía movidas de esas me daba ya igual, que estaba flipado con la carrera y el acento de la pava y todo, y encima resulta que el borracho ni novio ni ná, amigo de su tío que también anduvo por Madrid, y yo ya haciéndome ilusiones pero bah, no, ya no, ya no pasó nada, nos despedimos y pa' casa y ya. Pero claro yo todo rayao, me dormí ná, un rato, y ya despierto y fui pa'hí a dar una vuelta por el parquecino, que había quedao con el Chema, y después me piré yo sólo a dar una vuelta y adrede o sin querer aparezco en el bar del día anterior, el antro ése, y ahí está Ágatha sola que me dijo que me estaba esperando, yo flipao, y otra vez a hablar a hablar... y ná, nos empezamos a liar y eso y nos piramos del bar a que me enseñe un sitio, lo flipé tío, por detrás del vertedero por ahí una torrecina a la que se puede subir, se ve de un lado toda la ciudad y del otro el bosque, buah increíble, y saca del escote una botellita con un líquido que huele a limón y me dice que me quiere para siempre o no sé qué, total, que yo también enganchadísimo de la pava, te juro que es la hostia, y nos ponemos de rodillas y me hace un círculo en el centro de cada mano con el líquido, y luego en la frente, y luego en los labios y me lo da y yo se lo pongo a ella también, y nos atamos con una cinta roja que saca del bolsillo, y me dice que ya está, que para siempre somos uno o algo así y tío, a lo mejor te parece una gilipollez, pero no fue una tontería, que es de verdad, que yo ya no soy el mismo, que es ella y ya, y pues eso, que ni juez ni ayuntamiento ni iglesia ni cura pero que es ella para siempre, lo estoy flipando hasta yo, no sé que ha pasado en estos dos días pero bueno, no sé, estoy... estoy flipao, que justo con lo del rito ese que estaba amaneciendo y llevamos toda la mañana por ahí juntos viéndolo todo y hablando y bueno, a ver si la conoces porque es la hostia, y bueno, que más o menos es eso lo que ha pasado, que mira que te vas a tirar un ratazo escuchando el rollo que te he metido y probablemente también lo flipes tú conmigo, que no me mojaba ni con una sopa y ahora ahí con Ágatha, que por cierto ya ha salido de la ducha así que mejor te dejo y luego me llamas y quedamos, ¿va? Venga, tío, nos vemos en un rato, ciao...

jueves, 3 de enero de 2008

RiTuAl

La oscuridad tiene sus propias sombras.

El silencio tiene su propia música.


Hay momentos en los que la magia baja al mundo y nos toca el hombro. A veces podemos controlar su aparición con cierto ritual. Yo también tengo el mío propio.

Cuando la magia desciende, deja un polvo dorado enderredor, una especie de brillo irisado. La piel se eriza y los órganos se encojen, escondiéndose dentro de nosotros. Los ojos se empañan ligeramente, provocando una neblina. Y la línea entre sueño y realidad se desvanece por segundos.

La magia existe y está en nosotros. Venga la magia al mundo.