Miro el muro de piedra gris y blanca. Sé lo que hay detrás, lo conozco. Pero yo sólo veo un muro de piedra gris y blanca.
Cada una de las esquinas hace sonar el toque metálico de un triángulo. Al cuarto toque no hay muro, ni gris ni blanco. Tampoco está lo que sé que hay detrás.
Detrás del muro existen mil Destinos brillantes y relucientes, de distintas formas y tamaños. Los hay dorados con piedras preciosas incrustadas, los hay ligeros como plumas, los hay arrugados y apartados. También los hay con grandes lazos, y con formas abstractas e imposibles.
Comienzo a andar entre ellos. Se inclinan hacia mí atraídos por mi energía, mi propio potencial gravitatorio. Yo creo que me hacen reverencias.
Cuando termino de cruzarlos todo es blanco e intenso. No queda nada, pero sigo caminando.
Al final del camino, que nunca se acaba, lo encuentro. Yo.
Recorrió con la mirada
las esquinas del papel
y una puerta dibujada
se abriría para él.
las esquinas del papel
y una puerta dibujada
se abriría para él.
Cada una de las esquinas hace sonar el toque metálico de un triángulo. Al cuarto toque no hay muro, ni gris ni blanco. Tampoco está lo que sé que hay detrás.
Detrás del muro existen mil Destinos brillantes y relucientes, de distintas formas y tamaños. Los hay dorados con piedras preciosas incrustadas, los hay ligeros como plumas, los hay arrugados y apartados. También los hay con grandes lazos, y con formas abstractas e imposibles.
Comienzo a andar entre ellos. Se inclinan hacia mí atraídos por mi energía, mi propio potencial gravitatorio. Yo creo que me hacen reverencias.
Cuando termino de cruzarlos todo es blanco e intenso. No queda nada, pero sigo caminando.
Al final del camino, que nunca se acaba, lo encuentro. Yo.