lunes, 27 de octubre de 2008

PuEs EsO


Existen, y nos dan miedo verlos.

Pequeños retazos de realidad de la buena, pero felices, hermosos, completos.

Qué miedo.

Más que los reflejos misteriosos de cientos de espejos.

Más que las sombras más tenebrosas de todos los callejones peligrosos.

Simplemente la felicidad.

De cara y entera, sólo para nosotros.

Porque detrás de la felicidad, ¿qué existe?

Nuestra mente suicida dice que sólo algo peor. Aunque sea sólo tristeza.

Y entonces tenemos esa belleza, ese tesoro, entre nuestros dedos. Y nosotros, como gilipollas, sólo pensando en el después.

O peor.

En medio de la pequeña calma que da la sonrisa sincera, y agobiados por lo que pasará.

Y qué más da.

Yo, intento parar mi reloj.

Y me doy cuenta que no llevo ninguno.

Ironías.


Sólo un pequeño susurro más. Un gracias.


Sólo eso.


jueves, 9 de octubre de 2008

MoScA vS. vEnTaNa


- Zzzzzzzzzzzzzzz… ¡paf! Zzzzzzzzzzzz… ¡paf!

Insistente, la mosca chocaba contra el cristal de la ventana una y otra vez.

- Zzzzzzzzzzzzzzz… ¡paf! Zzzzzzzzzzzzzzzzz… ¡paf!

Su vuelo, veloz y poco armonioso, formaba sutiles eses en el aire, a lo largo de las motas de polvo que, iluminadas por los rayos del sol, parecían meteoritos a los que sortear, pequeñas y grises nubes alrededor de las traslúcidas alas. A la derecha, hacia arriba, abajo a la izquierda, cogía carrerilla y... ¡paf!, contra el cristal. Aturdida, sorprendida, desconfiada, miraba a través del cristal sin verlo, volaba alrededor, y con fiereza ¡paf!, otra vez contra el cristal.

El Mundo sentía pena de esa pobre mosca, de su ignorancia, de su soledad. Aislada a una lado de la ventana, obcecada en una salida que no existe, sin poder mirar más alrededor que a esta rígida y sólida frontera entre el ying y el yang, entre el paraíso y el infierno, la frontera del nirvana. La Libertad, oh sí, la Libertad, a todo el Mundo le gustaba hablar de la Libertad.

La mosca, esa mosca que una y otra vez chocaba contra el cristal, esa mosca sin memoria, reiterativa, que se autolesiona y autoengaña, esa mosca ignorante... vaya si sabía cosas. Al menos dos.

Una, que los que estaban al otro lado de la ventana no eran más libres que ella.

Y la otra, que la Cuántica existe, y que si se chocaba un número suficiente de veces contra el cristal, alguna vez conseguiría atravesarlo.

martes, 7 de octubre de 2008